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Nuestra empresa es la heredera de una tradición familiar que puede documentarse hasta el año 1637, un tiempo en el cual el oficio de «maestro fundidor de campanas» implicaba viajar por todos los reinos de España, trabajando y viviendo largas temporadas lejos de la tierra natal, a la que muchas veces sólo se retornaba para tomar aprendices en el oficio o cuando el fundidor veía cercana la fecha de su muerte.

Campana de 1639 fundida por Clemente Quintana

En torno a esos años Clemente de Quintana e Isla, un maestro fundidor originario de la comarca cántabra de la Trasmiera, llega a las tierras de lo que en aquel entonces se denominaba Reino de Navarra para ejercer su oficio en aquellas localidades que precisaran de sus habilidades. Numerosos documentos que dan fé de su actividad se conservan hoy en día en el Archivo Diocesano de Pamplona.

 

Estos maestros fundidores entre los que se encuentran nuestros antepasados, junto con escultores, canteros, arquitectos, pintores, retablistas,… fueron los que a lo largo de los siglos crearon con su esfuerzo diario un Patrimonio del que hoy en día podemos disfrutar en las Iglesias, Monasterios y Catedrales de nuestro país.

En la actualidad nuestra familia no sólo crea con su actividad diaria el Patrimonio que las generaciones venideras tendrán la fortuna de disfrutar, sino que en muchas ocasiones se ocupa de restaurar ese Patrimonio que a través de los siglos y con mejor o peor fortuna ha llegado hasta nosotros.