Chime es una palabra inglesa que designa un conjunto estacionario de campanas en un número que va desde las 8 a las 22 notas., empleado para interpretar melodías sencillas e himnos religiosos. Generalmente un conjunto de 11 notas (9 naturales y 2 sostenidos) a partir de la nota más grave (usualmente denominada tenor) es suficiente para reproducir un porcentaje muy elevado de los himnos más comunes, y es evidente que a medida que aumenta ese número el rango de melodías también se amplía, de manera que con un conjunto de 22 campanas es posible interpretar la mayoría de los himnos religiosos y un gran número de canciones populares muy conocidas, con la posibilidad añadida y siempre interesante desde el punto de vista musical de introducir en las mismas acordes armónicos, de manera que su uso se aproxima al de un verdadero carillón.
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Se puede considerar que el chime se convierte en carillón cuando el número de campanas y por tanto de notas que lo componen supera las 22. El carillón es pues un verdadero instrumento musical con todas las atribuciones que le son propias.
La ejecución de obras musicales en este instrumento se realiza a través de un teclado de bastones en el cual se disponen cada una de las teclas con extremos redondeados que le dan su nombre, las correspondientes a los sostenidos ligeramente por encima y por detrás de las correspondientes a los naturales de manera que el interprete pueda reconocer la disposición de cada una de ellas a primera vista. Habitualmente se incluyen en el teclado los pedales correspondientes a las notas más graves que corresponden a las campanas de mayor tamaño, de manera que el intérprete pueda ayudarse con los pies para utilizar esas notas. Cada uno de los bastones y pedales de este teclado vienen conectados directamente con los martillos correspondientes mediante una serie de cables y transmisiones de manera que la relación entre el carillonista y el instrumento es física y directa, capaz de reproducir fielmente la tensión interpretativa a través de la presión que este aplique en cada tecla.
Conviene tener muy en cuenta una campana correctamente afinada puede mantener la nota correcta durante un periodo de tiempo que podemos medir en décadas. Esto va a permitir que la colocación de un sencillo chime pueda siempre ser el embrión de un carillón completo simplemente por la adicción a lo largo del tiempo de más notas al conjunto. Para ello es imprescindible un estudio cuidadoso de la estructura soporte, la ubicación del conjunto de campanas y las posibles necesidades litúrgicas para alguna de las campanas que forman el chime o carillón, usualmente las mayores y que se emplean en movimiento. Aspectos todos ellos que nuestro Departamento Técnico puede asumir sin ningún problema.