Fabricar una campana es un proceso que en la actualidad y por su misma naturaleza se presenta muy parecido a como era hace cuatro siglos. La mayoría de los avances técnicos que se han producido en el campo de la fundición de metales, fundamentalmente a lo largo del pasado siglo, han sido de muy poca aplicación en este proceso tan particular.
Para empezar hay que poner de manifiesto que la fabricación de cada campana exige la construcción de un molde individual en el que intervienen procedimientos tan distintos como el moldeo «en verde» y el de «cera perdida». Han de dominarse por tanto ambas disciplinas para poder realizar con éxito el molde sobre el que se va a verter el bronce fundido.
Para la construcción de ese molde se parte de una plantilla, denominada terraja, que reproduce con fidelidad los perfiles de la campana en toda su sección. Es esa terraja y su diseño lo que va a permitir que la campana tenga una nota musical una vez que la misma haya sido extraida del molde y afinada.